Really, everybody goes sooner or later.
Tomorrow’s not promised to anyone.
I learned that in church when I was five years old.
And I’ve never forgotten it. So, every day counts.
Marsha P. Johnson
La cifra oficial indica que 250 mil personas asistieron a la marcha del orgullo 2018 en la Ciudad de México el sábado pasado (cifras extraoficiales difieren hasta por el triple de asistentes). Las calles desde metro Chapultepec hasta el Centro histórico se vieron inundadas una vez más de la loca algarabía con la que -a pesar de las eternas críticas- año con año se celebra este carnaval de identidades, preferencias y reclamos por el reconocimiento de una ciudadanía plena de derechos para lesbianas, bisexuales, transexuales, transgénero y homosexuales en México.
Como en todo carnaval, hay personas que viven un año entero preparando la comparsa y el vestuario: colectivos, activistas y performers elaboran lo que a ojos de quienes miran, puede parecer una improvisación muy bien producida. Lo que en realidad hacemos, desde hace cuarenta años, es conmemorar, consciente o inconscientemente, la batalla iniciada por un grupo de vestidas y maricas heroicxs que se amotinaron en un Bar de Nueva York la madrugada del 28 de junio de 1968 y resistieron, por primera vez, los arrestos y abusos de la policía en contra de la población homosexual. Este acto es lo que constituye el inicio de la lucha por nuestros derechos y de algún modo, el fin de la encubierta persecución institucional. De ahí en adelante muchxs mujeres y hombres se organizaron para detener los atropellos a las vidas y los derechos de quienes no aceptaron el mandato de la heterosexualidad y la identidad de género tradicionales.
Lamentablemente, la rápida erosión de la memoria, el desinterés por la política y la historia y la seducción del mercantilismo rosa ha hecho que la llamada “comunidad LGBTTTI” desconozca por completo el origen de la Marcha del Orgullo, que parece y es cada vez más frecuentemente representada como simplemente el día gay, uno en el que se felicita a lxs rarxs por ser rarxs, tan vacío de sentido como el día de la madre, el maestro o el niño. La mayor parte de lxs asistentes y simpatizantes de la marcha ignoran del todo el origen, pero sobretodo el símbolo detrás del orgullo gay: la reivindicación histórica de una lucha que ha costado y sigue costando millones de vidas.
En México, solamente, se reportan más de setenta crímenes por odio homo/lesbo/transfóbico al año. Como puede suponerse la mayor parte de los crímenes contra la población LGBTTTI no son reportados o bien no se les da un seguimiento como tales, sino como feminicidos, crímenes pasionales o desapariciones. Decir que llevamos “Cuarenta años viviendo en libertad” no es solamente una visión demasiado optimista sobre la situación de lesbianas, transexuales, bisexuales y lesbianas en nuestro país, sino una ofensa a la memoria de todxs lxs caudillxs, mártires, ideólogos y activistas que han perdido la vida luchando por nuestros derecho a ser y a mostrarnos como somos.
Las mujeres de la fotografía son Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera en el Pride de 1973, dos de las más importantes pioneras de este movimiento de liberación global; transexuales, racializadas y pobres, distantes por galaxias del consumismo arcoiris y el conformismo asimilacionista. Espero que este texto contribuya para que alguien más pueda interesarse por la historia de nuestra lucha y como un recordatorio: esta guerra sigue hasta que ganemos.