Impresiones sobre el Taller permanente de Cuento Erótico para Mujeres en su primera década

I
Diez años, empezando por los veintiséis. Diez años de creer que es posible hacer existir algo que nunca antes había habido. Creerlo sólo por instinto. Diez años: pocos cuando volteas hacia atrás, tantos cuando miras hacia adelante…
Tú, en casa de una amiga, diciendo que te quieres inscribir a un taller así y asá; ella jalándote los pies hacia la tierra: “vas a tener que inventártelo tú misma…”
II
Taller de Cuento Erótico para Mujeres abre sus puertas en la casa de cultura de Romita “Buzón de Arte”. Pacientemente sentada, esperas todos los jueves que alguien llegue, pero por 5 meses no sucede.
III
Crees que alguien va a llegar. Esperas que alguien llegue. Ves a tantas llegar e irse para nunca más volver. Algunas regresan, vuelves a creer que es posible. Se reúnen semanalmente. Inventas el taller de cuento erótico. Escriben. Se van a cenar o bailar juntas después de cada clase. Se hacen amigas y cierras curso preguntándote si el año siguiente alguien regresará.
IV
Cambias de sede varias veces. Pierdes y ganas alumnas en cada mudanza. Haces experimentos con seres humanas. Inventas toda clase de ejercicios excéntricos para descubrir que algunos funcionan y que pueden generar emociones y textos profundos e inolvidables. Ves al grupo crecer casi solo. Te fascinas con cada miembra que llega nueva. Te recreas en tu poder de convocatoria y en el de las que en ti confían.
V
Sueñan con mostrar su trabajo a alguien más. Imaginan que podrían publicar juntas. Buscan la ocasión, la oportunidad. Hacen castillos en el aire, como adolescentes, igualmente apoyadas como incomprendidas. Se motivan unas a otras para hacerlo posible. Lo logran.
VI
Los lazos se multiplican cuánticamente. La red alcanza a más mujeres. Eres aún más amiga de tus amigas, más compañera de tus compañeras. Maestras unas de otras, hermanas mayores todas, ven llegar a muchas más inspiradas por el hipnótico tañido de la flauta literaria y surge una flamante nueva antología, la segunda, nacida de sus entrañas: hija bastarda de sus fantasías creada -llena de gracia- sin intervención alguna de varón.
VII
Escriben. Se hermanan. Bailan, cantan y brindan juntas. Hacen una fiesta cada semana. Comen entre todas lo que cocinan. Asisten a las bodas de unas y los cumpleaños de otras. Se acompañan en las rupturas, en las maternidades posibles e imposibles, en la construcción de los sueños personales. Te ves en ellas y ellas en ti, confundidas; convertidas de pronto en una mente con muchos cuerpos o viceversa. Se enamoran. Se convierten en una manada de mujeres salvajes, altamente peligrosa. Se arrancan la piel, se muestran sin pudor: desnudas y vulnerables.
VIII
Pelear y sufren. Tienen miedo de perderse. Creen que todo puede acabarse. Tú lo crees. Te sientes desterrada. Te cuestionas los propios límites. Has fallado. Te preguntas sobre la necesidad de vivir todo esto. Sobre tu responsabilidad para con ellas. Te decepcionas. Te mueres. Consultas a otras: maestras. Te levantas de entre los escombros para aullar por ayuda. Despiertas. Convocas a las hermanas alrededor de la mesa para reparar entre todas el desastre que crearon.
IX
Vuelves más humilde y sabia a reafirmar el círculo. Te desprendes de toda investidura. Las invitas a limpiarse la cara de todo maquillaje, aceptan. Ponen el alma sobre la mesa, se reconocen imprescindibles y equivocadas. Se sonríen. Se toman de las manos. Vuelven a confiar unas en las otras. Se levantan juntas. Se ríen de lo ocurrido. Avanzan. Escriben con avidez: hacen literatura.
X
Celebran la vida y las letras en lenguaje femenino. Se reencuentran y se conocen con hermanas desbalagadas y perdidas. Comparten la ilusión sueños diversos y comunes. Bajo la noche negra y estrellada entregan el corazón sin pausa, sin prisa, sin miedo y se cuentan entre risas sus secretos, a pecho y cielo abiertos…