Xena

¿Qué tan violento..? Ojo de loca, no se equivoca

Estamos en una época de revisiones. Miramos con otros ojos los clásicos; los sabemos llenos de nosotrxs mismxs, de quienes somos y hemos sido en otros tiempos y contextos, al volver a ellos los apreciamos también en toda su monstruosidad. Hace unos días la cadena HBO ha quitado Lo que el viento se llevó de su catálogo de películas, dicen que debe incluir una “debida advertencia” que será, supongo, que tiene contenido racista y que este no se corresponde con la visión del canal.

De la misma manera, el público LGBTQ ha exigido que haya una mayor representación en las series y películas que se producen y esto trajo hace a penas un par de meses una discusión en redes porque un usuario de Twitter afirmó que ya todos los programas meten personajes gay, lesbianas o trans “sin ningún motivo”. El que en pleno siglo veintiuno se siga suponiendo que la diversidad no es un retrato más fidedigno de la realidad que la heterosexualidad compulsiva que nos ha impuesto la televisión desde su surgimiento, demuestra, precisamente, cuán urgente es cambiar estas representaciones.

De la misma manera, cuando miembros de la comunidad LGBTQ dicen identificarse con un personaje que no fue abiertamente construído con esa identidad (como Batman, Beto y Enrique o Xena), son acusados de querer falsear las historias y de atentar contra la mirada autoral.

En primer lugar, habría que comprender que lxs niñxs, adolescentes y jóvenes necesitan modelos para conformar su personalidad durante el crecimiento y que cuando no se es heterosexual, éstos necesitan ser rectificados para poder ser vigentes a lxs ojos LGBTQ.

Que las personas gay, lesbianas, bisexuales, transexuales y no binarias tienen derecho a tener modelos hacia los cuales gravitar, a identificarse con quien quieran y a ser representadxs dentro de las obras y productos de ficción y que en un mundo sin homofobia esto no tendría por qué ofender a nadie.

Que una vez que un texto, película, obra plástica, programa de televisión o película es entregado a su público no es más propiedad de su autora o autor, sino

una propuesta a ser interpretada, reinterpretada, revisitada, ampliada y corregida por quienes la hacen suya y que haciéndola suya la completan e inmortalizan.

Que el pretender que todas las audiencias se identifiquen con la heterosexualidad es tan pernicioso y abusivo como pedirle a los públicos racializados que se identificaran con la televisión exclusivamente blanca y preponderantemente rubia de los años cincuenta.

La percepción de que este revisionismo sobre la literatura, el cine y la televisión, es una necesidad de lxs LGBTQ de “homosexualizarlo todo”, es no sólo una mirada profundamente heterosexista y hegemónica, sino una rampante miopía cultural. Lxs homosexuales, bisexuales y trans no llegamos al mundo ayer, hemos cocreado la ciencia, la cultura, el arte junto con el resto de la humanidad y el silencio que se nos ha impuesto es precisamente el que ha hecho que muchos de nuestros personajes estén encriptados, legibles en su totalidad solamente por otrxs como nosotrxs.

Entonces, tal vez, con todo el trabajo que le cuesta a la autodenominada mayoría reconocerse en sus errores, de este asunto deberían ser ustedes quienes nos preguntaran a nosotrxs.