Quieres escribir. No sabes cómo ni porqué pero de pronto tú (ingenierx, maestrx, psicólogx, amx de casa, químicx fármaco biólogx, comerciante, simple mortal…) quieres escribir. Escribes. Logras o fallas, pero el deseo sigue ahí. Compras algunos libros, lees algunos blogs; tardas un tiempo en comentárselo a lxs demás, aún a lxs más cercanxs, pero si se te ocurre, si le lees o le cuentas tus inquietudes a alguien, te arrepientes; empiezas a recibir miles de opiniones encontradas desde dejar todo para dedicarte a “tu verdadera vocación”, hasta dejarte de tonterías y mejor ir a terapia…
Tomar un taller literario es una de las cosas más llevadas y traídas a cuento en estas circunstancias, pero el quid de la cuestión es: ¿de verdad sirven?
El taller literario es una de esas cosas de la vida que entra en el campo de la fe, puede ser lo mejor o lo peor según las opiniones de quien te lo cuente (cada quien habla de la feria como le va en ella), simplemente habemos los que creemos en su importancia y utilidad mientras otrxs la niegan.
Hace 18 años tomé mi primer taller literario, hace 12 años formé mis primeros grupos y desde esos entonces no he dejado de hacer ninguna de las dos cosas. Desde mi punto de vista, tanto dar como tomar talleres literarios ha sido fundamental en mi crecimiento y proceso creativos; no puedo concebir mi escritura, su historia y evolución sin el intercambio que los talleres me han dado, sin el conocimiento que mis maestrxs y compañerxs me han brindado, sin su orientación y su ayuda. Así que tal vez no soy la persona correcta para decir si se debe o no tomar un taller literario, puedo hablar solamente desde mi experiencia y decirle a quién se encuentre en esta disyuntiva que se aventure a probarlo por lo menos una vez como quien se acerca a un platillo exótico o al texto de una religión que no conoce: llenx de desprejuiciada curiosidad…
A continuación voy a abordar algunos de los que considero los mejores motivos para tomar un taller literario, sólo para aquellxs que -aún advertidxs de mi parcialidad- decidan seguirme leyendo:
1.- Estás bloqueadx
Desde la primera vez que sentiste ese llamado, ese impulso, ese deseo, tomaste una hoja de papel y escribiste. Sin embargo, llegó un momento donde se te acabó la tinta; no puedes escribir más, no te sientes satisfechx con lo que resulta y empezaste a romper hojas, a hacer bolas de papel o a borrar mucho más de lo que de hecho escribes. Paulatinamente, te vas quedando sin palabras, la escritura ha vuelto una carga que puedes llevar a cabo ni tampoco soltar.
El taller, en este caso, puede serte muy útil. Las tareas y los ejercicios, junto con las ideas y comentarios de tus compañeros, serán una especie de vitamina para tu “anemia creativa”. Podrás empezar por lo pequeño, manejable, e ir avanzando hacia algo mayor. Probablemente lo que escribas en el taller no resultará en primera instancia lo que había soñado, sin embargo funciona tan bien como una rehabilitación cuando tienes un músculo dañado.
2.- Caíste en un bache creativo
Estás en medio de un proyecto de largo aliento; una novela, una obra de teatro, una colección de cuentos o poemas sobre un tema en particular. De pronto llega la sequía, ya no puedes escribir más, se te acabaron las ideas, no sabes hacia dónde llevar tu historia o a tus personajes (que en el mejor de los casos parece tener vida propia y andan por ahí -sin mapa ni brújula- por dónde quieren), te has aburrido, te cansas y esa obra que empezaste con tanta ilusión se convierte en una piedra en el zapato que no te deja avanzar y que te lastima.
El taller nos hace entonces un enorme servicio al poner a disposición una inmensa variedad de soluciones narrativas, dramáticas o poéticas que nunca habías imaginado, dimensiones de tu propio texto que todavía no conocías y qué, tal vez, nunca hubieras descubierto. El taller literario es un círculo de personas que juntamos creatividades en función de una idea y resolvemos de manera profesional los problemas que asumimos como propios sin importar de quién sean. El taller puede por tanto sacarte de un pequeño bache o de un túnel largo y oscuro y ponerte de nuevo en el camino de la escritura.
3.- Siempre has querido escribir pero nunca te has dado “la oportunidad”
Seamos honestxs: “No darse la oportunidad” es como la gente llama a todo aquello que deja de lado porque no le parece prioritario. No se dan el tiempo o el espacio porque su trabajo, sus actividades, su tren de vida, sus relaciones lxs ocupan hasta el último momento o bien porque sienten miedo, culpa o porque no toman su escritura como algo serio. Sea cual sea el caso, un taller es un excelente comienzo, una excusa perfecta para generar ese espacio-tiempo que tanto necesitamos.
Cuando leemos o escribimos, la gente que está a nuestro alrededor (compañerx, jefx, familiar) piensa que estamos disponibles para hablar, para pedirnos favores o dejarnos encargos; cuando vamos a una clase, en cambio, lxs demás nos perciben ocupadxs, consideran que no es el mejor momento para llamarnos o para requerirnos. Nosotros también lo consideramos así (probablemente porque estamos pagando): apagamos el celular, tenemos un horario para la clase y para las lecturas, ejercicios o tareas, nos desconectamos de lo demás durante esa hora, dos o tres…
“Darse la oportunidad” es comprometerse con el oficio de la escritura en lo personal y también frente a los demás. El taller literario nos facilita la escritura por horarios y nos ahorra muchas veces la imperiosa necesidad de tener “una habitación propia”.
4.- Eres una escritora o escritor de clóset
Una de las grandes motivaciones de lxs asistentes a un taller literario es poder compartir lo que, de hecho, ya escriben. Pasar del secretismo a la lectura en voz alta frente a un grupo es tomarse en serio y prestarse a una de las cosas que más pánico nos generan: la crítica.
Es en la crítica donde se hacen los textos y lxs verdaderxs autorxs. El servicio que nos hacen lxs compañerxs de un taller literario es gigante; ahí dejamos de despreciar esos textos que -llenxs de temor- llamamos truncos o sin valor y también dejamos de guardar como madres cuervo cientos de papeles inútiles que hemos garabateado por ahí sólo porque en algún momento nos hizo sentido.
Salir del clóset como escritora o escritor implica por tanto un trabajo de honestidad, humildad y autocrítica; cualidades requisitorias para cualquiera que piense dedicarse a la literatura.
5.- Quieres incursionar en un género nuevo
A lo mejor escribimos buenos cuentos, pero no entendemos el lenguaje de la poesía; a lo mejor escribimos en la mente una historia que quisiéramos ver montada sobre el escenario; A lo mejor hemos imaginado una novela, pero no podemos sostener la tensión narrativa en un texto de largo aliento; recurrir a un experto en el género se vuelve entonces indispensable.
Cada uno de los géneros literarios tiene su mística y su técnica entenderlas a cabalidad no es un trabajo que se puede hacer por cuenta propia y mucho menos perfeccionar sin ayuda, es por eso que, aunque todas me parecen buenas, incursionar por primera vez en un género que se desconoce, me parece de todas las mencionadas, la mejor razón para buscar de inmediato un taller literario.
Así que, si te sientes identificadx con cualquiera estos motivos o si tienes otros que lamentas profundamente que hoy no haya abordado, deja todo lo que estés haciendo y ve a buscar ya a esx maestrx porque el hecho de leer hasta este punto indica irremisiblemente que estás decididx y listx para iniciar este viaje.